martes, 8 de abril de 2008

TIC

Internet es una herramienta educativa sin precedentes. Nunca antes los estudiantes habían contado con semejante volumen de información. Un acceso ilimitado a cientos de recursos, desde bibliotecas, revistas científicas y enciclopedias actualizadas al minuto, hasta mapas, archivos, fotografías y vídeos. "Es como un espejo mágico en el que hacer aparecer lo que se necesita. Es el sueño de cualquier maestro", resume Pere Marquès, profesor del departamento de Pedagogía aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Los ordenadores están restringidos al aula de informática
Las escuelas aún no aprovechan la competencia digital de los alumnos
La brecha social y económica aún se reproduce en el acceso a Internet
El nuevo panorama educativo empleará los conocimientos de los alumnos
En lugar de dar información, el maestro enseñará a buscarla
Los profesores se enfrentan al abuso de ?webs? para fabricar trabajos
Información, sin embargo, no equivale a conocimiento, como precisan los especialistas. La Red sólo contribuye a mejorar el rendimiento académico si los profesores saben cómo aprovecharla. Y es difícil constatarlo, en parte porque Internet y, en general, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), son un recurso infrautilizado en Primaria y Secundaria. Su adopción, sin embargo, puede abrir la puerta a una nueva era del sistema educativo en el que las clases contarán también con el potencial creativo de los alumnos. El flujo bidireccional puede enriquecer.
Algunos especialistas imaginan un futuro en el que el maestro dará clase pulsando sobre una pizarra digital interactiva conectada a Internet. Desde allí encargará, por ejemplo, un trabajo sobre células madre. Los alumnos trabajarán colectivamente comunicados mediante servicios de mensajería instantánea y recabarán datos en motores de búsqueda. Accederán a las últimas noticias en diarios y revistas especializadas y lo ilustrarán con fotos de Flickr y vídeos de YouTube. Colgarán el resultado en un blog colectivo y lo presentarán oralmente en clase. Los padres podrán seguir los progresos de sus hijos consultando el blog desde casa. "Es necesario adecuar los sistemas de educación actuales a Internet. Muchos de los efectos positivos de la Red están aún por descubrir", observa José Antonio Millán, editor digital especializado en cultura y nuevas tecnologías.
Se trata de un panorama ideal, técnicamente factible aunque lejano. El problema ya no es el número de ordenadores por alumno (uno por cada seis en Secundaria), sino que los centros no se acostumbran a usar Internet y las TIC en las aulas. Cerca del 98,7% de los alumnos de Primaria, ESO, Bachillerato y FP aseguran haber utilizado alguna vez un ordenador en clase. Sin embargo, cuando se les pregunta si han empleado Internet, el porcentaje desciende considerablemente, sobre todo en los cursos inferiores. La tercera parte de los estudiantes de segundo ciclo de Primaria, un 29,9%, responden que no han utilizado la Red nunca. Son cifras del Informe sobre la implantación y el uso de las TIC en los centros docentes de educación primaria y secundaria (cursos 2005-2006), del Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (CNICE) y la empresa educativa Red.es. El objetivo que establece la nueva ley educativa (LOE) es que las TIC estén presentes en todas las asignaturas y que los alumnos las dominen al acabar la ESO.
El problema es que los terminales siguen estando restringidos a las aulas de informática, a las que los docentes sólo acuden ocasionalmente, según afirma Marquès, especialista en las aplicaciones educativas de las TIC. "Hay que sacar los ordenadores de esas aulas e instalarlos en todas las clases", añade. Su propuesta es colocar una pizarra digital en cada aula. Consiste en un ordenador con Internet conectado a un videoproyector que muestra los contenidos en la pizarra. Así, el profesor puede compartirlos con los alumnos, ya se trate de noticias de actualidad, vídeos de YouTube o simulaciones sobre el funcionamiento del Sistema Solar. Los profesores que han empezado a utilizarla no dudan de su utilidad. "Con la pizarra digital, se le encarga al alumno que haga una síntesis de la historia del Imperio Romano de seis diapositivas con 10 líneas de texto en cada una. Luego la presenta en clase con Powerpoint ante sus compañeros, que le hacen preguntas". Con este tipo de actividades, sostiene Marquès, se consigue que el chico desarrolle la capacidad para sintetizar y argumentar y que mejore su expresión oral.
Las pizarras digitales interactivas cuestan entre 1.700 y 2.000 euros y son un recurso más para mejorar el uso de las TIC e Internet en las escuelas. En el Reino Unido, el país que lidera su difusión en la Unión Europea, funciona desde hace más de cuatro años. Un informe del departamento de infancia, escuelas y familia británico de 2007 constata que su uso ayudó a mejorar el rendimiento de los estudiantes de Primaria en materias como ciencia, matemáticas y lengua. También se aplican en Canadá y en Australia. En México, la Administración prepara un plan de difusión de unas 100.000 pizarras digitales en Primaria junto a un software desarrollado en colaboración con la enciclopedia Encarta, según enumera Marquès. En España, las pizarras digitales se están empezando a instalar desde hace dos años en algunas comunidades autónomas, como Aragón, Valencia y Cataluña, donde funcionan unas 300, según el departamento de Educación catalán. En otras, como Madrid, la Consejería de Educación ya está empezando a estudiar su difusión en centros educativos.
Es una herramienta que contribuiría a ampliar el uso de Internet en las clases, que en Secundaria y en el Bachillerato es alarmantemente bajo. Entre el 60% y el 89% del alumnado de ESO y Bachillerato afirma no utilizar nunca o casi nunca los PC de su centro. Y cuando lo hacen, los usan mayoritariamente para trabajar con los procesadores de textos y escribir trabajos. Internet queda siempre en segunda posición. El trabajo con las TIC sólo vuelve a incrementarse en los ciclos de FP, donde abundan las aplicaciones técnicas.
Los especialistas, sin embargo, insisten en advertir de que, evidentemente, un mayor uso de Internet no conlleva automáticamente un aumento del rendimiento escolar. "Es una fuente de información, sí, pero otra cuestión es si los estudiantes adquirirán el conocimiento para usarlo productivamente. Yo lo llamo la ilusión de la información: es decir, creer que Internet, por el hecho de proporcionar un acceso inmenso a la información, también ha de educar necesariamente. Eso es algo que depende", sostiene el profesor Andrea diSessa, del departamento de Psicología Educacional de la Universidad de California, en Berkeley (Estados Unidos). "Considero Internet enormemente positiva. Pero su fuerza depende de cómo profesores y educadores aprovechen su potencial", añade DiSessa, a través del correo electrónico.
La solución consiste en cambiar el sistema educativo para adecuarlo a las TIC, y no al contrario. "Todavía no conocemos si el uso de las tecnologías mejora el aprendizaje porque el sistema educativo está muy vinculado con la forma de evaluación tradicional, de manera que aún no sabemos cómo valorar la competencia digital ni si estimula algún tipo de creatividad", sostiene Mariano Segura, director del CNICE. "Cuando hablamos de alfabetización digital, aún seguimos entendiéndola asociada a la ofimática, con los procesadores de textos y hojas de cálculo, etcétera", explica. "El 90% de los profesores tiene ordenador para prepararse las clases, pero sólo el 20% lo aplica en el aula, y lo hace centrándose en la ofimática, sin aprovechar todas la posibilidades que le ofrecen las TIC". El reto es transformar la metodología educativa para aprovechar todo lo que permite la Red y el resto de TIC. "La cuestión no es sólo enseñar a buscar información sobre matemáticas, sino comprender cómo se puede emplear la tecnología para mejorar la enseñanza de las matemáticas. Es algo que está por desarrollar", añade Segura.
Cualquier nuevo programa educativo, sostiene el director del CNICE, ha de basarse en cuatro pilares: la necesidad de contar con mejores equipos, garantizar la conectividad a Internet, la creación de contenidos y, finalmente, la formación del profesorado, la mayoría del cual dispone de una alfabetización digital básica, según Segura.
Para mejorar el rendimiento académico es imprescindible combinar Internet con las buenas prácticas de los profesores, según vaticina Marquès desde Barcelona. "Cuando se da este binomio se producen mejoras tremendas en el aprendizaje y se consigue que el alumno construya conocimiento a partir de la información".
Todos los especialistas coinciden en que es necesario que el profesor sepa qué exigir a los alumnos. "Si se le encarga un dossier de 200 páginas sobre un tema determinado, es probable que el estudiante recurra a El Rincón del Vago
[una web que suministra trabajos académicos] o que lo corte y pegue de cualquier enciclopedia sin mirarlo". Existe un abanico de buenas prácticas, como el que recoge Marquès en su web, para evitar tales abusos. "A veces es tan sencillo como pedir al alumno que exponga su tema ante sus compañeros", añade Segura.
La posibilidad de trabajar en grupo es una de las grandes oportunidades desaprovechadas. Más del 70% del alumnado de Bachillerato responde que fuera del centro emplea el ordenador para la comunicación (email y chats) entre una vez al mes y todos los días. Todo ese uso reservado para el tiempo extraescolar podría reconducirse para clase. "Internet se ha de aplicar de manera creativa en las aulas, aconseja Millán, especialista en TIC. En este nuevo panorama educacional, no sólo los profesores jugarán el papel clave que siempre han desempeñado. Ahora los estudiantes también podrán asesorar al profesor en el uso de las TIC. "Aquí hay una cuestión más profunda y que consiste en comprender y respetar la competencia de los estudiantes. Esto no está de moda en muchos centros, donde se supone que son los profesores los que dan las respuestas a los alumnos. Pero la mayoría de las investigaciones muestran que los estudiantes tienen ideas excelentes, sólo hay que escucharles", observa DiSessa. El trabajo con las TIC en las escuelas se plantea como una necesidad. Hasta ahora los chicos aprenden el uso de las TIC mayoritariamente con la familia (el 30%), seguido por el manejo que adquieren ellos solos (28%), enseñados por los profesores (17%) y con los amigos (10%), según el informe de Educación. Si continúa dejando tanto peso a la formación en el hogar, se puede incrementar el desnivel de competencias digitales, porque los hijos de padres con estudios superiores parten con ventaja en acceso a ordenadores, en conectividad a Internet y en conocimiento del medio.
Internet, junto a las demás TIC, no ha hecho más que llegar a las aulas, pero ya señala el camino de una profunda transformación del modelo educativo que implicará no sólo a los alumnos y los profesores, sino también a los centros y a la Administración. http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Pizarra/tizas/era/Internet/elpeputec/20080408elpepisoc_1/Tes

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡CUANTA CHORRADA DEMAGO-PEDAGÓGICA! Más nos valdría recuperar la ¨auctoritas¨. Claro que para eso los que tienen que dar respuestas (sí, respuestas) tienen que ganársela demostrando que las tiene. Eso exige cultura (que no KULTURA). Esa cosa que no se encuentra precisamente en la ¨Wiki¨ sino en los libros (¡Agh, lo que he dicho!). Para muestra un botón:

Me sigue sorprendiendo que se sorprendan. O que hagan tanto paripé, cuando en realidad no les importa en absoluto. Ni a unos, ni a otros. Y eso que todo viene seguido, como las olas y las morcillas. La última –estudio internacional sobre alumnos de Primaria, o como se llame ahora– es que el número de alumnos españoles de diez años con falta de comprensión lectora se acerca al 30 por ciento. Dicho en parla normal: uno de cada tres críos no entiende un carajo de lo que lee. Y a los 18 años, dos de cada tres. Eso significa que, más o menos en la misma proporción, los zagales terminan sus estudios sin saber leer ni escribir correctamente. Las deliciosas criaturas, o sea. El báculo de nuestra vejez.

Pero tranquilos. La Junta de Andalucía toma cartas en el asunto. Fiel a la tradicional política, tan española, de subvenciones, ayudas y compras de voto, y además le regalo a usted la Chochona, la manta Paduana y el paquete de cuchillas de afeitar para el caballero, a los maestros de allí que «se comprometan a la mejora de resultados» les van a dar siete mil euros uno encima de otro. Lo que demuestra que son ellos quienes tienen la culpa: ni la Logse, ni la falta de autoridad que esa ley les arrebató, ni la añeja estupidez analfabeta de tanto delincuente psicopedagógico y psicopedagocrático, inquilino habitual, gobierne quien gobierne, del ministerio de Educación. Los malos de la película son, como sospechábamos, los infames maestros. Así que, oigan. A motivarlos, para que espabilen. Que la pretendida mejora de resultados acabe en aprobados a mansalva para trincar como sea los euros prometidos –una tentación evidente–, no se especifica, aunque se supone. Lo importante es que las estadísticas del desastre escolar se desplacen hacia otras latitudes. Y los sindicatos, claro, apoyan la iniciativa. Consideren si no la van a apoyar: ya han conseguido que a sus liberados, que llevan años sin pisar un aula, les prometan los siete mil de forma automática, por la cara. Y más ahora que, de aquí a tres años, con los nuevos planes de la puta que nos parió, un profesor de instituto ya no tendrá que saber lengua, ni historia, ni matemáticas. Le bastará con saber cómo se enseñan lengua, historia y matemáticas. Y más si curra en España: el único país del mundo donde los profesores de griego o latín enseñan inglés.

Así, felices de habernos conocido, seguimos galopando alegremente, toctoc, tocotoc, hacia la nada absoluta. Todavía hay tontos del ciruelo –y tontas del frutal que corresponda– sosteniendo imperturbables que leer en clase en voz alta no es pedagógico. Que ni siquiera leer lo es; ya que, según tales capullos, dedicar demasiado tiempo a la lectura antes de los 14 años hace que los chicos se aíslen del grupo y descuiden las actividades comunes y el buen rollito. Y eso de ir por libre en el cole es mentar la bicha; te convierte en pasto de psicólogos, psicoterapeutas y psicoterapeutos. Cada pequeño cabrón que prefiere leer en su rincón a interactuar adecuadamente en la actividad plástico-formativo-solidaria de su entorno circunflejo, por ejemplo, torpedea que el día de mañana tengamos ciudadanos aborregados, acríticos, ejemplarmente receptivos a la demagogia barata, que es lo que se busca. Mejor un bobo votando según le llenen el pesebre, que un resabiado culto que lo mismo se cisca en tus muertos y vete tú a saber.

El otro día tomé un café con mi compadre Pepe Perona –«Café, tabaco y silencio, hoy prohibidos», gruñía–, que pese a ser catedrático de Lengua Española exige que lo llamen maestro de Gramática. Le hablé de cuando, en el cole, nos disponían alrededor del aula para leer en voz alta el Quijote y otros textos, pasando a los primeros puestos quienes mejor leían. «¿Primeros puestos? –respingó mi amigo–. Ahora, ni se te ocurra. Cualquier competencia escolar traumatiza. Es como dejar que los niños varones jueguen con pistolas y no con cocinitas o Nancys. Te convierte en xenófobo, machista, asesino en serie y cosas así». Luego me ilustró con algunas experiencias personales: una universitaria que lee siguiendo con el dedo las líneas del texto, otro que mueve los labios y la cabeza casi deletreando palabras… «El próximo curso –concluyó– voy a empezar mis clases universitarias con un dictado: Una tarde parda y fría de invierno. Punto. Los colegiales estudian. Punto. Monotonía de lluvia tras los cristales. Después, tras corregir las faltas de ortografía, mandaré escribir cien veces: Analfabeto se escribe sin hache; y luego, lectura en voz alta: En un lugar de la Mancha, etcétera». Lo miré, divertido. «¿Lo sabe tu rector?». Asintió el maestro de Gramática. «¿Y qué dice al respecto?». Sonreía mi amigo, malévolo y feliz, encantado con la idea; y pensé que así debió de sonreír Sansón entre los filisteos. «Dice que me van a crucificar.» (A. Pérez reverte)
¨Mejor no lo habría dicho yo.¨

Anónimo dijo...

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